“Cuando cambias la forma de ver las cosas, las cosas que ves cambian”
Desde que leí esta frase en un libro de Wayne Dyer, se convirtió en un mantra que me conecta con mi lado estratega. Si en una situación no eres quien necesitas ser o si tu posición frente a algo no es la adecuada pregúntate ¿Qué es lo que no estoy logrando observar?, ¿Qué requiero reformular para alinearme y empoderarme? Lo importante es creer en la existencia de nuevas perspectivas, que pueden ser desarrolladas mediante nuevos conocimientos y/o la guía de mentores especialistas.
En un artículo anterior, Alejandro Caminer mencionó 3 emociones que usualmente limitan o determinan el comportamiento humano: el miedo, la vergüenza y la culpa, él explicó la primera emoción, así que en este artículo hablaré sobre la segunda y la tercera.
Si la vergüenza es una palabra incómoda para algunos vale preguntar…
¿De qué manera la puedes resignificar para que aporte a tu empoderamiento personal?
¿Cuál es el antídoto para la vergüenza?
Para contestar estas inquietudes deseo citar lo compartido por la reconocida investigadora y storyteller Brené Brown, quien en sus charlas TED aporta interesantes reflexiones y nuevas perspectivas sobre la vulnerabilidad, la vergüenza y la culpa. El primer concepto fue abordado en un artículo previo, ahora lo haré con los 2 siguientes.
En su segunda charla TED, Listening to shame, Brené comenta que después de su primera intervención tuvo infinidad de invitaciones para dar charlas sobre innovación, creatividad y cambio, con el pedido puntual de que omita las palabras: vulnerabilidad y vergüenza; pero como investigadora afirma que la vulnerabilidad es el lugar de nacimiento de la innovación, la creatividad y el cambio ¿lo habías visto de esa manera? en la creación de algo nuevo hay vulnerabilidad al igual que al aceptar el cambio.
Brené aprendió sobre la vulnerabilidad investigando la vergüenza y la culpa. Al buscar en el diccionario encontramos que la vergüenza es un sentimiento de incomodidad producido por el temor a hacer el ridículo ante alguien, mientras que la culpa es una sensación interna permanente de haber hecho algo malo. La primera está centrada en uno mismo, dice “soy mal@“ mientras que la culpa se basa en el comportamiento, dice “hice algo mal”, ambas surgen de nuestro interior.
Brené afirma que la vergüenza es como un gremlin que nos dice cosas como:
- no eres lo suficientemente buen@
- nunca terminaste el master
- te dejó tu espos@
- sé lo que te sucedió de niñ@
- sé que no te crees lo suficientemente guap@ o inteligente o talentos@ o poderos@
- sé que tu padre nunca te prestó atención, incluso al alcanzar tu cargo actual
- etc.
¿Quién es ese crítico interno riendo y señalándonos?
¡Yo misma y tú mismo! La vergüenza nos repite 2 argumentos: “Nunca eres lo suficientemente buen@“ y “¿Quién te crees que eres para hablar de eso?”. Como lo dije al inicio, hay momentos en los que requerimos mirar y actuar desde otra perspectiva, este es uno de ellos.
Se aprende a vivir viviendo
Cuando tenemos una experiencia retadora, entramos como en un campo de batalla, desafiados por el miedo y la incertidumbre, nos esforzamos con osadía, sudamos, caemos, nos golpeamos, sangramos, nos herimos por fuera, a veces nos rompemos por dentro, afloran dudas y emociones, luego nos reponemos, nos levantamos y seguimos afrontando sin saber el fin de esa historia, mientras que ese crítico interno no para de hacer juicios que pueden desempoderarnos.
¿Es posible callar esa voz que no deja de criticarnos?
De niños escuchamos personas que juzgan a otras y lo aprendemos sin la consciencia de que estamos incorporando a un “crítico de planta” en nuestras cabezas que empezará a juzgar cada uno de nuestros movimientos mediante un parloteo interno que termina siendo agobiante. Frente a ello tenemos 2 caminos, escuchamos y aceptamos esas críticas o cuestionamos su verdad declarando lo que realmente nos edifica; si bien esa voz va a permanecer, nuestra actitud frente a ella puede contrarrestar su impacto.
Concluir que en la vida no hay errores, solo hay decisiones, me ha ayudado a mirar mi mundo y el de otros de manera más amable, sin que la vergüenza y la culpa me paralicen. Usualmente tomamos decisiones según nuestro mejor criterio en ese momento, pero a nuestro yo del presente se le hace fácil criticar las acciones del yo del pasado, llevándonos a sentir que no fuimos lo suficientemente efectivos (vergüenza) e hicimos las cosas mal (culpa), llevándonos al camino del arrepentimiento e intranquilidad presente por algo del pasado, con lo que tenemos una combinación emocional algo densa que necesitamos gestionar para recuperar el equilibrio.
¿Cuál es el antídoto para volver al equilibrio?
Para que la vergüenza crezca se necesitan 3 cosas: secretismo, silencio y juicio. En nuestra cultura la vergüenza es una epidemia y para encontrar un camino para salir de ella, debemos entender cómo nos afecta y cómo nos conectamos con los otros. Considero que el primer componente del antídoto es la mezcla de dulzura y compasión hacia uno mismo; aceptando que en el fondo todos necesitamos aprender y solo lo logramos arriesgándonos al supuesto fracaso y a las críticas; al aceptarnos con dulzura, podemos aceptar a otros que están pasando por algo similar y entenderlos sin juicio, lo que abre la puerta a la empatía, las palabras más poderosas cuando estamos en esta lucha son: “yo también”, o “a mí también me pasa”, la empatía tiene el poder de desvanecer la vergüenza.
Relación entre fracaso y vergüenza
¿Cuál es el secreto de las charlas TED? Generalmente quien sube al escenario como speaker no tiene miedo al fracaso porque ya ha fracasado varias veces y es poco probable que el mundo lo vea como una vergüenza, es todo lo contrario. Cuántas películas hemos visto en las que los fracasos de los actores se convierten en la antesala de su éxito. La vida está llena de valiosos contrastes que incluyen emociones incómodas, negarlas no las desaparece, hay que tomar acción, ahí radica la necesidad de resignificar, de encontrar un nuevo sentido para “las palabras incómodas” que nos permita liberar el conflicto interno y empoderarnos.
La empatía nos permite construir conexiones o puentes emocionales que nos llevan a empoderarnos como raza humana.